El mindfulness y la autocompasión
06 de Junio de 2022
Cuando hablamos de compasión, todos pensamos en una buena cualidad: bondad, misericordia, ternura, benevolencia, comprensión, empatía, solidaridad… Todo ello, con el fin de ayudar a alguien que está sufriendo.
Pero, ¿qué ocurre cuando hablamos de autocompasión? Todos pensamos justamente lo contrario: pena de uno mismo, interesado, egocéntrico, egoísta…
El mindfulness y la autocompasión son dos conceptos que van de la mano. De hecho, uno de los aspectos más cultivados del mindfulness es la ya nombrada autocompasión.
Qué es la autocompasión
Aunque la compasión es un concepto que en nuestra cultura evoca sentir lástima, lo cierto es que se acerca más a la combinación de empatía y altruismo, unido con el deseo e intención de aliviar el sufrimiento.
El mindfulness implica tomar consciencia del presente, de lo que está ocurriendo en el momento. Por lo tanto, la compasión, desde el punto de vista del mindfulness, implica tomar consciencia de que alguien está sufriendo y tener la iniciativa de ayudarlo a aliviar ese sufrimiento.
Si la compasión reconoce el sufrimiento del otro y tiene deseo de aliviarlo, la autocompasión tiene las mismas implicaciones, pero referidas a uno mismo. La autocompasión, por tanto, significa tratarse a uno mismo de la misma manera comprensiva y amable con la que trataríamos a otra persona que está sufriendo.
El mindfulness y la autocompasión vienen a recordar que no estamos realmente solos en nuestro sufrimiento, que las dificultades y la lucha están profundamente arraigadas en la condición humana. Supone darnos cuenta de que la vida está llena de altibajos y todos los sufrimos.
Mitos de la autocompasión
Como hemos dicho, el concepto de autocompasión en nuestra cultura tiene connotaciones negativas. La autocompasión está rodeada de mitos que dificultan que las personas tomen consciencia de su dolor y sufrimiento y quieran afrontarlos desde la bondad. Estos son los mitos más comunes de la autocompasión:
"La autocompasión es una forma de lástima hacia uno mismo"
La autocompasión nos predispone a aceptar, experimentar y reconocer sentimientos de dificultad con amabilidad, lo cual, paradójicamente, nos ayuda a procesarlos y dejarlos ir más plenamente.
"La autocompasión significa debilidad"
La autocompasión nos ayuda a desarrollar la resiliencia y a afrontar determinadas situaciones. Cuando atravesamos una crisis, la autocompasión marca la diferencia en nuestra capacidad para sobrevivir y comenzamos a prosperar.
De hecho, la autocompasión es una herramienta segura para aumentar el coraje y la resiliencia para enfrentarnos a las dificultades de la vida.
"La autocompasión me hará autoindulgente"
Si podemos reconocer nuestros fracasos y malas acciones con amabilidad en lugar de juzgarnos, es mucho más seguro que podremos vernos a nosotros mismos claramente. Cuando podemos ver más allá de la autocrítica, tomamos contacto con otras partes de nosotros, las partes que cuidan y quieren a todos.
Si continuamente nos criticamos y juzgamos por no estar a la altura de los estándares marcados, nos iremos introduciendo poco a poco en un estado de pereza permanente, por lo que disminuirá nuestra motivación personal para afrontar proyectos.
"La autocompasión es narcisista"
Al igual que ocurre con la autoestima, se puede llegar a confundir la autocompasión como una parte del narcisismo. Hay que trabajar la autocompasión para saber cuidar de nosotros mismos, así como aprender a querernos. Esta es la base de una buena salud mental, buenas relaciones sociales, amor propio, etc.
"La autocompasión es egoísta"
Íntimamente ligado con lo anterior, la autocompasión no es una forma egoísta. De hecho, cuando somos amables con nosotros mismos, nuestras necesidades emocionales se encuentran completas y satisfechas, por lo que podemos enfocarnos en los demás, proporcionándonos un estado de bienestar.
¿Qué conforma la autocompasión?
La autocompasión, por tanto, se fundamenta en tres pilares:
1. Mindfulness
El mindfulness nos posibilita darnos cuenta de que estamos sufriendo, siendo capaces de tomar perspectiva del torrente de pensamientos, emociones y sensaciones sin vernos sobrecogidos por ellos, permitiéndonos una buena gestión del problema.
Gracias al mindfulness, nuestros sentimientos no se suprimen ni se exageran. Con la atención plena, somos capaces de aceptar nuestro sufrimiento y llevarlo a una perspectiva más amplia, relacionando experiencias personales con los de otras personas y viéndolo como parte del proceso.
2. Humanidad compartida
La frustración por no tener las cosas exactamente como queremos, suele ir acompañado de un sentimiento irracional de aislamiento. La autocompasión implica reconocer ese sufrimiento y verlo como “algo que todos pasamos”. Además, también implica reconocer que los pensamientos, sentimientos y acciones se ven afectadas por factores que no podemos controlar.
Es vital tomar consciencia de que el sufrimiento es algo universal, un hecho irremediable de la vida. Darnos cuenta de ello, nos ayuda a afrontar la dureza de esos problemas y sufrimientos y poder superarlos.
3. Auto amabilidad
La autocompasión implica ser cálido y comprensivo hacia nosotros mismos cuando sufrimos en lugar de ignorar nuestro dolor o flagelarnos con la autocrítica. Una vez que somos conscientes de que estamos sufriendo y que es algo que nos sucede a todos, solo cabe tratarnos con amabilidad y consuelo, al igual que haríamos con un amigo que atraviesa momentos difíciles.